Ruta pos los Balcanes, memorias de un refugiado:
Amanecí bajo un estruendo ensordecedor,
las lágrimas de mi madre
limpiaban todo a su paso,
el recuerdo de mi padre
nos acompañó todo el trayecto...
Cualquier día,
cualquier mañana,
mis pies decidieron caminar,
jamás supe el por qué,
por qué lo decidí,
separarme de los míos,
separarme del lugar donde nací,
separarme de mis recuerdos.
Un impulso más fuerte que yo
me puso en marcha,
la fe,
el ruido,
el estruendo,
el deseo de una vida mejor...
8000 kilómetros después,
mi mente ya no discierne
el bien del mal,
he visto tantas cosas
que no quiero despegarme
de mi única posesión,
la foto de mi madre y sus lágrimas.
Sus lágrimas son el único recuerdo
que me conmueve,
que me enternece.
Vivo en mi habitación alemana,
tres campos llevo por detrás,
falta de higiene,
falta de amigos.
Pero tengo a mi compañero más fuerte: MI CORAZÓN.
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